Cesar una actividad laboral ajena o autónoma, no tiene por qué ser sinónimo de morirse todo. Engullir excesiva televisión para olvidar los quebrantos que nos han podido acompañar durante años, es un error. Pensar que tras el cese de una ocupación, no pueda haber otra que la sustituya, también lo es. Obviamente, cada cual tendría que readaptarse a la nueva actividad según capacidad y disposición. ¿Se pueden desarrollar labores, más allá de vigilar obras o jugar mañana y tarde la partidita en los mal llamados centros de la tercera edad? Muchos se sorprenderían de las singularidades que atesoran y que nunca pudieron desarrollar porque un muro de trabajo obligatorio se lo impedía. Y aquí incluyo a esas madres y amas de casa, hombros cargados de silencio, que con frecuencia también lidiaron fuera. ¿Qué se puede hacer tras la jubilación? Las alternativas son infinitas: viajar, pasear, leer, cantar. Cantar? Sabido es que Euskadi es cuna de música y excelentes corales. Gure Nahia es un feliz ejemplo, entre otros, de lo que puede generar la inspiración de un grupo de mocitas y mocitos jubilados. Fue constituido en mayo de 2002, como coro mixto en el barrio de Cruces, Barakaldo. No hay Pavarottis ni Callas, pero sí mucha ilusión, ganas de vivir y amenizar. Un bálsamo para el espíritu, que ha rehusado convertir su jubilación en un aparcamiento.