Acabo de oír una conversación que me ha indignado. Escenario: la sala de espera del edificio municipal de la Naviera Aznar, adonde acuden ciudadanos en situación precaria a fin de solicitar ayudas económicas. Detrás de mí, dos orondas jóvenes, de una conocida minoría étnica, conversan animadamente mientras les llega el turno para ser atendidas. “? la Nagore, la Jessica? Tenemos que comprar el pulpo y la merluza, porque somos muchos?”. La educación que he recibido de mis padres, y mi timidez, me ha impedido meterme en esta ilustrativa conversación. Me parece lamentable que el dinero de todos se destine a subvencionar a sinvergüenzas, y que no haya mecanismos que aseguren que el dinero público irá a parar a todas las personas que sí lo necesitan.
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