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Rico cuento de Navidad

Era el segundo año que Pololo participaba en el sorteo de la lotería de Navidad. Como todos los niños y niñas del colegio de San idelfonso, colaboraba de forma altruista, con gran alegría e ilusión. El primer año Pololo cantó los números de las primeras tablillas extraídas. El segundo fue colocado en el bombo de los premios. Casi todos los años ocurría algo excepcional, pero los niños, solventaban el problema de natural manera: una bola caída se recogía con una sonrisa y el sorteo continuaba sin mayores inconvenientes ni añadidos nervios.

Sin embargo, ese año no ocurrió algo excepcional, sino algo extraordinario: el compañero de Pololo acababa de declamar el número 16729 cuando Pololo, responsable de cantar el premio asociado a dicho número, comenzó a correr por el escenario despojándose, cual prestigioso futbolista, de chaqueta, corbata y camisa. Acercose entonces Pololo, semidesnudo, a una de las cámaras de televisión y, enseñando la bolita del premio, no recitó las 7 sílabas que describían el importe de dicho premio sino las 7 que describían una afortunada y sobrevenida realidad: “Mami, ¡tienes el Gordoooooooo!”.