Consumismo, ¿el opio del pueblo?
El sociólogo y filósofo alemán Herbert Marcuse, en su libro El hombre unidimensional explica que “la función básica de los medios es desarrollar pseudonecesidades de bienes y servicios fabricados por las corporaciones gigantes, atando a los individuos al carro del consumo y la pasividad política”, sistemas políticos que serán caldo de cultivo del virus patógeno conocido como autos-kratos o autocracia. La autocracia sería una forma de Gobierno ejercida por una sola persona con un poder absoluto e ilimitado, que partiendo de una propuesta partidista elegida mediante elecciones libres, llegado al poder se metamorfosea en líder presidencialista con claros tintes totalitarios, lo que confirma el aforismo de lord Acton: “El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Sin embargo, gracias a la interactividad que proporcionan las redes sociales, se estaría rompiendo el endémico aislamiento y pasividad del individuo sumiso y acrítico. Así, estaría surgiendo un nuevo individuo reafirmado en una sólida conciencia crítica, sustentado en valores caídos en desuso pero presentes en nuestro código atávico, como la solidaridad y la indignación colectiva ante la corrupción e injusticia, y dispuesto a quebrantar las normas y las leyes impuestas por el sistema. Individuo Multidimensional generador de un tsunami popular de denuncia del déficit democrático, social y de valores e instaurador del caos constructivo que terminará por diluir el opiáceo inhibidor de la conciencia crítica (consumismo compulsivo).