El Supremo anula el canon digital
Dudo que cualquier músico, escritor o productor de cine pague derechos de autor a los arquitectos que diseñaron sus casas o a los ingenieros que crearon sus coches. Cada obra, invento o descubrimiento que se hace tiene su autor. Pero solamente los que pertenecen al mundo de la cultura se creen con el derecho de poder cobrar por su trabajo indefinidamente. Coartando, además, el legítimo derecho de los verdaderos propietarios de su creación, que son los compradores, para hacer lo que quieran con su pertenencia, inclusive una copia para un amigo o un familiar. Jamás entendí el canon digital que instauró en 2008 el Gobierno Zapatero, que suponía un ingreso a las gestoras de derechos de autor de 115 millones al año. Este gravamen lo impuso Zapatero dando por hecho que todos los que compramos medios digitales de grabación somos adictos al pirateo. Tampoco entendí por qué en 2011 el Gobierno del PP almibaró un poco esta ley pero la mantuvo. Me congratula, por tanto, saber que el Tribunal Superior de Justicia haya decidido eliminar este canon. El pirateo hay que perseguirlo y castigarlo cuando se produzca, no antes. Y en cuanto a los derechos de autor, hay que limitarlos. No pueden durar eternamente.