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Un rey clásico

Algunos medios de comunicación se empecinan en forjar una idea moderna del rey. Es un voluntarismo torpe que por tal no cuaja. El rey es un clásico, o por mejor decir un rancio y no hay campaña de prensa que lo cambie. Se habrá casado con una mujer peculiar y poco centrada y amará a sus hijas como todo padre, pero eso nada da. Su vanidad intelectual sirve para mandar la música en una discoteca y para ejercer de rey de un modo que desborda el artículo 62 de la constitución española. Decía el general Sabino Fernández del Campo, que abortó el golpe de Estado al que tan proclive era su padre, que el contacto con la realidad social pasaba por el artículo 62, que introdujo en enmienda in voce el senador Chueca Goitia. Les sabe a poco. Trago un monarca constitucional. No trago un rey a su aire que desborda pertinazmente sus atribuciones constitucionales. El rey no es más que el palo de la bandera. Y ya decidiremos.