Síguenos en redes sociales:

El burro le llamó orejotas al caballo

La señora Esperanza Aguirre, insiste en ligar al líder de Podemos, Pablo Iglesias, a la organización ETA y le acusa de estar financiado por el chavismo. La representante del Partido Popular, a mi entender, debiera tentarse la ropa a la hora de acusar a nadie de financiaciones ilegales. Dentro de su casa -entiéndase partido- tiene un amplio muestrario de casos de financiación ilegal. No, no son supuestos, son hechos en algunos casos probados por la justicia y con los protagonistas condenados por la ley. Como ejemplo reciente mostrado por los medios de comunicación, la imputación por corrupción de más de cien miembros del Partido Popular valenciano, nueve de ellos exconsellers acusados formalmente por los jueces en diferentes casos. Además, las causas por corrupción afectan a 300 funcionarios, empresarios y familiares ligados al partido con sede en la calle Génova. La actitud de la señora Aguirre no es la única. Políticos, expresidentes y voceros interesados emplean asiduamente para arremeter contra la figura de Iglesias la estrategia de Göbbels: una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad. Las acusaciones sin pruebas no dejan de ser difamaciones y, si existen, lo higiénico democráticamente es acudir a la justicia para demostrarlo.