Poco antes de finalizar abril llegué al estanco y pedí mi marca de tabaco favorita de ese momento. “Dame Coronas”, le dije al estanquero. “Va a desaparecer”, respondió él. “Bueno, pero mientras haya, dame”, repliqué. Me pareció graciosa la respuesta del estanquero y, realizando una inverosimil asociación de ideas, al menos por aquel entonces, saqué una no menos graciosa conclusión que expuse en casa. “Que no va a haber más rey, me han dicho en el estanco”, dije en la cocina, provocando una sonora e incrédula carcajada. Las alternativas al Coronas eran muchas, pero me incliné por Ducados, que me parecía lo más coherente a mis gustos. Me sonaba como parecido. Y me sabe prácticamente igual. Me pasé definitivamente a esa marca antes de comprobar la fecha exacta de la desaparición del Coronas. Porque total, una vez anunciada su extinción, mejor ir adaptándome al nuevo sabor. Pero, habiendo pasado ya un par de meses desde el anuncio de su fin, me dije que era el momento de preguntar qué había pasado con el Coronas. “Oye”, le dije al estanquero, “¿del Coronas se sabe algo?”. “Lo han eliminado”, me respondió, “ya no existe”. Y tras la conversación compré el habitual Ducados y adquirí otras marcas para ir probando. Están los tiempos revueltos.
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