La línea imaginaria que marcaba el límite entre el mundo del bienestar y el tercer mundo se va difuminando lenta pero inexorablemente.

La desesperación ante una existencia sin futuro de los que deciden embarcase en una patera siendo conscientes que su vida puede quedarse en el intento, un peregrinaje al que se ven obligados por las carencias y rigores extremos que padecen y que cada vez se equipara más a la situación de desesperación de las gentes de nuestro primer mundo afectadas por la crisis, el desempleo, el trabajo en precario, los desahucios y los recortes en derechos sociales y laborales.

Una patera se hundió en el mar de Alborán dejando el desolador balance de 17 muertos y 40 desaparecidos. En Granada, un hombre de 54 años se ha suicidado en el barrio de la Chana, al no poder afrontar la situación de desahucio que le angustiaba. El Barakaldo un mujer, de 53 años, decidió quitarse la vida ante otro desahucio.

La muerte por la miseria, sea en el mar de Alborán o en el barrio de la Chana de Granada o en Barakaldo, se equiparan y enmarcan en la situación de precariedad que nos está tocando vivir.