No me miréis con ojos inquisidores que yo no he sido, insinúa Iñaki Oyarzábal, de guardia en verano y, por tanto, en trance de meter la pata sobre el plan de su partido de hacer que voten en las próximas generales los llamados exiliados y exiliadas hasta la abultada cifra de 200.000 o 300.000. Todo un burdo entramado en beneficio del partido conservador aunque les puede salir el tiro por la culata.
Son veinte expertos y su dictamen, dice Oyarzábal, los que avalan el derecho de los exiliados a votar en Euskadi.
Oyarzábal no solamente no aclara la ideología, formación y credibilidad de los veinte, sino que además da por incuestionable su solvencia.
No nos fiamos de las intenciones del PP como desconfiamos de las explicaciones que han dado sobre Tinduf y los cooperantes o sobre el lamentable y penoso episodio de Ángel Carromero sin carné.
Feo asunto el tratar de romper las mayorías con la Ley de Partidos o con un pucherazo. Siempre nos quedará Estrasburgo...
Hay poderes empeñados en invertir en la violencia ajena para sacar tajada.