Líderes que no son tal
En estos momentos de crisis la gente está nerviosa y preocupada, los parados sin saber cuándo pudieran volver a trabajar y los actualmente ocupados, nerviosos porque no tienen seguro su puesto de trabajo. Todo esto añadido a los ajustes que está realizando el Gobierno, que con la pérdida del poder adquisitivo, agrava más la situación, afectando a unos y a otros, a los que trabajan porque disponen de menos dinero y a los parados poniéndolos casi al borde de la indigencia.
Por fin la sociedad se mueve y los sindicatos vascos anuncian una huelga general, la segunda en seis meses. En otros tiempos, se hubiese producido una revolución y una toma en masas al Congreso de los Diputados o a la sede del Gobierno. Parece que estamos todos contentos, o por lo menos aturdidos, y a esta situación de no reaccionamos. En nuestro país no hemos tenido políticos creíbles, ya que estos no se han preocupado por los ciudadanos, solamente por conseguir el poder y rodearse de amistades a los que su estatus social y económico les ha sido aumentado considerablemente.
Los líderes no han sido tal, no han dado confianza a la población y la gente no se fía de ninguno de ellos. Por eso estamos como estamos. Principalmente porque los políticos solo se han interesado en robar, trampear y malversar, llenarse los bolsillos y ninguno se ha preocupado en pensar que en algún momento se acabaría el becerro de oro, que era en ladrillo, comenzando por la especulación del suelo y los precios de las viviendas engordados en tan alta proporción, quedándose en el camino el dinero en comisiones, cazos beneficiando el amiguismo, así que cuando ponían precio a las viviendas, la venta de las mismas era ya un robo para los sencillos futuros propietarios que encima tuvieron que hipotecarse hasta las cejas. Por eso no creemos en la clase política.