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Mi amiga Suida

Hace unos veranos, tuve la suerte de conocer a una amiga saharaui, de nombre Suida, acogida por unos vecinos de mi pueblo, lo que hizo que ese verano fuese muy especial para mí. Suida llegó a Euskadi por problemas de salud que le habían surgido en su tierra, derivados de la falta de higiene, de la pobreza... Vino sin saber leer ni escribir.

Suida ha tenido la suerte de vivir con mis vecinos, de comer bien, ganar en salud, conocer nuevas formas de vida y hacer nuevos amigos. También aprendió a escribir, leer y hablar en euskera.

A ella se le veía muy contenta y muy feliz. Nosotras aprendimos mucho de ella, porque nos enseñó su vida en África, sus tiendas de campaña en pleno desierto, dónde se situaba Sahara en el atlas, la diferencia entre dos formas de vida... Espero que ella también aprendiese mucho de nosotras.

No tuvimos la oportunidad de despedirnos. Supongo que tras el verano lejos de su tierra, tenía muchísimas ganas de volver a casa con su gente.

Sería justo que la sociedad reconociera a estas personas que se sacrifican por ayudar a los necesitados, como estos vecinos míos. Lo hacen todo por cariño, no por dinero. No nos damos cuenta de todas las cosas que tenemos y de que otros no tienen nada.

Y no sé si algún día la volveremos a ver...