Quería exponerles mi caso, para que ustedes juzguen por sí mismos. Llevo más de 8 años viviendo fuera de mi ciudad, y he tenido la oportunidad de vivir en distintas ciudades, tanto españolas como del extranjero. Finalmente, he recalado en Bilbao.

En esta ciudad he tenido grandes dificultades para encontrar un piso a compartir, aparte del hecho del alto precio de la habitación, me he encontrado con la desagradable sensación de no ser una persona apta para compartir. Durante días de búsqueda, he realizado llamadas y mensajes de teléfono que han quedado sin contestar (tan fácil sería eliminar el anuncio o responder al teléfono si ya se ha alquilado...), he sido objeto de castings que no he superado o comunicaciones telefónicas cortadas unilateralmente por el anunciador. En definitiva, una situación humillante para una persona con presencia, sociable, que dispone de recursos para pagar religiosamente... y una larga experiencia viviendo con otros. Es obvio que no se puede meter a cualquiera en casa y que la convivencia es difícil, pero hay que ponerse en el lugar de los demás, tener apertura de mente y saber que se disponen de recursos como la posibilidad contractual de echar a un inquilino en el plazo de un mes si la convivencia es infructuosa.