No vive lo religioso sus mejores días, por eso me satisface estar entre los lectores de un periódico que ve en el cristianismo una orientación para la vida y da con colaboradores que aportan una visión moderna del Evangelio.
Leonardo Boff, José María Castillo, José Ramón Scheifler, Otalora, Mariscal, etc., presentan sus artículos enraizados en unos valores humanos a flor de tierra, alejados siempre de etéreos inciensos de Iglesia que no satisfacen a Dios, sino a quienes viven en lo divino, alojados en nubes celestiales lejos del Jesús humano.
Cada cual aporta su particular visión de lo político, de lo social y religioso, de lo ecológico como valor universal a conservar y proteger, de la liberación de los hombres crucificados, en expresión feliz de Jon Sobrino, también colaborador ocasional, en los abusos del neoliberalismo económico de la escuela de Chicago, de la condena a una Iglesia que se aferra a su poder y a la que gusta la riqueza, sin olvidar la teología pura y su visión actual que parte del Jesús histórico.
Me agrada sentir que nuestro nacionalismo vasco siga bebiendo del humanismo cristiano siempre actualizado.