El otro día escuché en una radio local una encuesta a pie de calle que ponía el foco en la preocupación de la población por el precio de los huevos. No hay duda de que en pocos meses han subido más de un euro la docena en un alimento tan básico como la leche o el pan. Quien más quien menos no se priva de consumir dos o tres a la semana y hay quien incluso confesaba que comía una media de dos al día. A los huevos le han perseguido muchas leyendas desde que yo, al menos, tengo uso de razón. Desde estar casi prohibidos porque se decía que podían dañar el hígado si su consumo era excesivo hasta ser fuente de proteína y energía de primer orden. Ahora que se encuentran en la base de la alimentación por su fácil ingesta y precio asequible viene la gripe aviar a darles el espolón que les faltaba. El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha decretado el confinamiento, desde ayer, de todas las aves de corral que se crían al aire libre en el Estado, con el fin de reforzar las medidas preventivas frente a la gripe aviar ante el aumento del riesgo de expansión de esta enfermedad. Según la orden ministerial, se extiende a todas las granjas avícolas, incluidas las explotaciones ecológicas y las de autoconsumo o las que produzcan carne o huevos para su venta directa al consumidor. La Diputación de Bizkaia ha cuestionado la drástica medida que afecta a 1.400 granjas en el territorio y aseguran que no afecta al consumo. Toda prevención puede ser poca pero no nos pasemos porque seguro que en lo que sí va a repercutir otra vez será en el precio. ¡Manda huevos!
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