Sin dar tiempo a que acabe el año ya tenemos la peor serie de la década. 'El refugio atómico' (Netflix) de los creadores de La casa de papel, es una valiosa lección sobre cómo un gran éxito te puede destrozar, hasta tal punto de que seas incapaz de poner en pie otra serie en condiciones aceptables, incluso partiendo de una buena idea. La presión, la maldita presión, les ha podido en su empeño de replicar el éxito. Y no es nada nuevo, ha pasado antes (acuérdese cuando todas las series querían ser 'Lost'), ha pasado ahora y volverá a pasar después. Dicen que nadie tiene la fórmula del éxito y caer en una mezcla de autoplagio y autocomplaciencia en el intento de dar de nuevo con la tecla de la audiencia, los premios y la pasta, es algo tan viejo como la vida misma. Y la genialidad y el absurdo se construyen con similares ingredientes aun consiguiendo resultados bien distintos.
Ya sabrá usted, porque he dejado tiempo suficiente para escribir del asunto, que la cosa va de un futuro apocalíptico en el que los ricos intentan salvar el pellejo metiéndose en un refugio atómico 5 estrellas, construido a medida mientras por allí fuera se supone que nadie habrá sobrevivido. Pero ya en el final del primer capítulo nos muestran que aquello no es lo que parece en un divertido giro de guion y a partir de ahí la nada, la nada más absoluta a base de unos guiones espantosos que tiran de clichés con personajes inverosímiles en manos de actores sobreactuadísimos -algo tendrá que ver la dirección- en su empeño de dar volumen a unos personajes planos más propios de un culebrón. Personajes a los que el guion conduce a volantazos por unas tramas que amagan con poner en pie un thriller futurista que se queda, de un soplido, en un pitorreo, como si los estafados no tuvieran que ser esos multimillonarios sino los espectadores que hemos acudido a la llamada de los ecos de sirena de su éxito anterior.
Despierta cierta ternura, no lo vamos a negar, los paralelismos con su éxito anterior, fácilmente reconocibles en la nueva serie, como quien intenta cocinar un nuevo plato usando los mismos ingredientes que su plato estrella, aunque no peguen en esta nueva receta, para después sorprenderse de lo raro que sabe y la mala pinta que tiene.
Y aunque hay series malas que se consumen con la voracidad de la comida basura y el placer culpable de quien disfruta con la sabrosa porquería, a base de grasa y sal, que estás engullendo, no es el caso de 'El refugio atómico', que es mala y ya, sin ningún placer que ofrecer.
Ya lo dije al principio, es lo habitual en televisión y no pasa nada. Tras un gran éxito, viene un gran hostión (a veces incluso dos y tres), sin que eso suponga que ahora sus responsables son tan malos ni antes tan buenos. Pero, al menos, alguien en Netflix tenía que haberles advertido del pedazo de truño que estaban haciendo.
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