Redford, culpable

El fallecimiento de Robert Redford ha refrescado experiencias infantiles ligadas a sus actuaciones. Las cinematográficas, al menos. Las derivadas de su militancia política han tenido quizá menos eco, pero le situaron en el lado incómodo del poder en su país: cercano al Partido Demócrata; pero, sobre todo, lejos del pensamiento ultraconservador, la xenofobia y el belicismo. Ya se sabe que, para algunos, estos actores librepensadores son culpables por definición. En mi caso, alguna cupabilidad puede tener en que, con 11 años, verle en ‘Todos los hombres del presidente’, alimentara una vocación periodística infantil.