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Euskadi ante el futuro: claves para su reconstrucción

Euskadi ante el futuro: claves para su reconstrucción

PUEDE parecer pretencioso hablar de “reconstrucción” al referirse a Euskadi. Nos encontramos en una situación política asentada, una economía consolidada y una vida comunitaria reconocida. Entonces, ¿para qué reconstruir? El bienestar es notorio, el desempleo está en mínimos, la atención social es avanzada... ¿Dónde está la necesidad del cambio?

Todo esto es cierto, pero también lo es que existen desequilibrios internos enquistados, amenazas latentes y vulnerabilidades que ponen en riesgo la estabilidad. Todo ello ocurre en una sociedad en constante cambio, que modifica continuamente las bases de su organización. Algunos motivos de preocupación son los siguientes:

La economía evoluciona a pasos agigantados: surge el “sector del conocimiento”, se generan productos y servicios desconocidos, se transforman los modos de gestión tradicionales y cambian las prioridades sociales. El paso de la autarquía a la globalización eliminó barreras nacionales, y el retorno al proteccionismo nos encuentra desprotegidos y vulnerables.

Las bases sociales han cambiado: la baja natalidad se compensa con la inmigración, que afecta a dos tercios de la población. Una juventud altamente preparada desplaza a generaciones anteriores con menor formación. Es un cambio social de consecuencias desconocidas.

Los desequilibrios internos son evidentes: las protecciones sociales, económicamente insostenibles, se ven desbordadas por alteraciones demográficas y el aumento de necesidades. Los requerimientos ambientales obligan a modificar pautas de conducta, como evitar la contaminación y recuperar el medio natural.

La organización social carece de liderazgo y visión estratégica. La autonomía de sus pilares -política, economía y comunidad- neutraliza la eficiencia conjunta.

¿Estamos preparados para encarar el futuro? Las crisis son inevitables; no se puede funcionar con estructuras diseñadas en el pasado para afrontar nuevas exigencias.

En las crisis, como en los incendios forestales, se puede actuar de distintas maneras: de forma “preventiva”, anticipando la transformación estructural, o de forma “reactiva”, respondiendo ante lo inevitable. Las consecuencias sociales de cada enfoque son diferentes: pueden ser controladas y asumidas o, por el contrario, disruptivas y devastadoras.

Una sociedad madura no puede permitir que sean otros quienes marquen los ritmos. La anticipación es clave para minimizar las consecuencias, que, de todos modos, siempre generan desasosiego y dolor. Es más fácil actuar cuando la situación es estable que hacerlo de manera forzada, obligados por las circunstancias.

Todo ello justifica que hablar de “reconstrucción” sea pertinente y necesario. En una situación controlada, es el momento de abordar transformaciones profundas y prepararse para períodos turbulentos.

El proceso de reconstrucción debe realizarse en el marco de continuidad de una sociedad en marcha y sin romper su ritmo. Para ello, es necesario empezar por los cimientos, considerando cinco procesos esenciales:

1. Asentamiento de la base social. Distintas culturas y sentidos de pertenencia confluyen en la comunidad en una vocación común de destino que se enfrenta a problemas compartidos. (“Compactar bases”).

2. Reforzamiento de los soportes. La legitimidad de las fuerzas políticas, la competitividad de la economía y la estructuración de las fuerzas comunitarias son ejes fundamentales sobre los que se asienta la estructura social. (“Consolidar pilares”).

3. Configuración de un sistema. Es necesario generar modos de gobernanza que entrelacen los poderes en una vocación compartida y de apoyo mutuo, conformando plataformas para crear redes de cooperación. (“Articular sistema”).

4. Proyección estratégica. Es fundamental definir la trayectoria, el rumbo y el destino de la sociedad mediante grandes consensos de país y múltiples proyectos sectoriales y regionales que integren distintas fuerzas. (“Proyectar futuro”).

5. Movilización social comunitaria. Es imprescindible involucrar a toda la sociedad, aprovechar recursos infrautilizados, dar protagonismo a personas e instituciones y generar un sentimiento generalizado de reto social. (“Fuerza constructiva”).

Se trata de sentar las bases de una gobernanza capaz de construir la “Euskadi del futuro”. El objetivo es construir, más que reivindicar; anticiparse, más que esperar; asumir responsabilidades, más que reclamarlas a otros. Se trata de tomar el timón y orientar el rumbo hacia destinos deseables.