Que la ciudadanía vasca desea gobernarse a sí misma es una verdad de Perogrullo. Los estudios sociológicos insisten en que las vascas y los vascos quieren decidir su futuro, tal y como confirmaron los datos publicados el mes pasado por Naziometroa. Los agentes sociales, sindicales y políticos que representan a la mayoría del país también resaltan la necesidad de mayores cotas de soberanía. Y la movilización multitudinaria y plural llevada a cabo el 7 de junio en Bilbao bajo el lema Herri libre bat. Euskal Herriak erabaki disipó cualquier duda que existiera al respecto.
El deseo de soberanía no tiene nada de ensoñación y capricho, y mucho, sin embargo, de necesidades estructurales. Porque necesitamos soberanía para garantizar los derechos de la ciudadanía y para hacer frente a las necesidades relacionadas con su bienestar o con nuestro tejido económico. También necesitamos soberanía para contar con un espacio en el panorama internacional, en un difícil momento de enormes desafíos a nivel global, y para proteger y revitalizar el euskera y la cultura vasca. No se trata, además, de una voluntad surgida repentinamente o ligada a una determinada ideología; se trata, por el contrario, de una necesidad transversal mostrada de manera reiterada, y de diversa forma, durante toda la historia de nuestro país. Los vascos y las vascas siempre hemos buscado herramientas de soberanía para sobrevivir y avanzar como pueblo.
En un contexto como el actual, en el que la ultraderecha se muestra arrogante, en el que determinados movimientos políticos impulsan retrocesos en materia de derechos, en el que
se atacan nuestra lengua e identidad nacional, en el que nos enfrentamos a enormes retos como sociedad vasca, es imprescindible aprovechar cualquier oportunidad que nos permita dar pasos hacia la plena soberanía. Los diferentes debates y procesos abiertos en Iparralde, Navarra y la Comunidad Autónoma Vasca en relación con el autogobierno, así como la actual hegemonía de los agentes soberanistas y la correlación de fuerzas existente deben servirnos para adquirir espacios de decisión y, en ese sentido, avanzar como nación y blindar los derechos de nuestra ciudadanía.
Hay que intentarlo. Y para ello, las fuerzas políticas deben actuar con responsabilidad, visión de país y ambición, con el objetivo de alcanzar consensos que representen a la mayoría del país; es hora de mirar a largo plazo, por encima de coyunturas o debates puntuales. Pero el resto de agentes también tenemos una responsabilidad. Porque este partido se está jugando simultáneamente en varios campos o canchas, y porque cada uno de nosotros y nosotras tiene que aportar su granito de arena. Porque estamos, sin duda, ante una labor colectiva.
Gure Esku asumirá su responsabilidad y actuará con coherencia en los próximos meses. La movilización del 7 de junio no fue el final de nada, sino otro hito en el camino hacia la soberanía: un impulso para avanzar. Todos los agentes deberíamos entenderlo así; Gure Esku lo ha entendido así.
Gure Esku seguirá, por tanto, promoviendo la autoafirmación de la ciudadanía vasca y cosiendo un tejido social y político soberanista. Más Euskal Herria, más soberanía. Es a la labor a la que se ha dedicado nuestro movimiento desde su origen.
Por un lado, Gure Esku fomentará el debate y el intercambio de opiniones en torno a la soberanía. Porque entendemos que este país debe reflexionar, de manera urgente, sobre su futuro y las
herramientas que necesitamos para construirlo entre todas y todos. Se trata de una reflexión fundamental que no sólo atañe a las fuerzas políticas, sino también a los agentes sociales, económicos, culturales... La conferencia celebrada el pasado 31 de mayo en Ficoba (Irun) fue una experiencia muy enriquecedora que ha establecido un modelo a seguir a futuro.
Siguiendo con dicha labor de costura, Gure Esku reforzará y ampliará el diálogo con los agentes políticos y sociales. En doce años hemos tejido una amplia red de contactos que, dado el contexto político actual, vamos a reforzar, con el objetivo de construir espacios de encuentro entre diferentes y promover consensos en el camino hacia la plena soberanía.
Y, por último, impulsaremos la activación y movilización ciudadana. Barrio a barrio, pueblo a pueblo, y también a nivel nacional. Como hemos dicho frecuentemente estos últimos meses, nada se ha conseguido en este país sin la activación ciudadana. El impulso ciudadano es fundamental para avanzar como nación. Y hay músculo suficiente para ello, como quedó de manifiesto en la movilización del pasado 7 de junio.
Es hora de actuar con responsabilidad, con visión de país y con ambición. También es tiempo de actuar con esperanza, tal y como señaló Jon Maia al término de la movilización de Bilbao. Porque tenemos la esperanza de construir un país libre, en un contexto en el que los vientos de amenaza soplan con fuerza en todo el mundo: un país más justo, más solidario, más feminista, más euskaldun, más cohesionado... Un pueblo libre de personas libres. Tenemos esa esperanza. Y para ello, necesitamos de más Euskal Herria y de más soberanía. Es tiempo de esperanza y de cultivarla.
Jende zoriontsua herri libre batean
Portavoz de Gure Esku