Qué bonita y qué edificante es la inocencia de los niños y las niñas. Asier Villalibre desvelaba hace unos días en un programa de televisión que muchos pequeños cuando le paran por la calle le piden poder tocarle la barba. Nada de que meta más goles, se quede o se vaya del Athletic o les toque algo con la trompeta de su famosa electrocharanga. No. Los peques que se le acercan tienen curiosidad por saber qué se siente a la hora de pasar la mano por la frondosa barba del jugador, desconociendo que al de Gernika no le gusta nada esa invasión de su intimidad. Y, a pesar de ello, él les dice que sí. Qué bonita y qué edificante es en sí toda la historia.
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