EL cisma abierto por el convento de las clarisas en Orduña tiene todos los componentes de una buena película o serie de Netflix. Su anuncio de abandonar la Iglesia católica para pasar a depender de un obispo excomulgado que se presenta como duque imperial provoca una irremediable curiosidad por saber lo que está pasando. Ellas, confiadas en su nuevo mentor, han provocado un revuelo mediático del que seguramente no son conscientes dada su clausura. Lo cierto es que, detrás, nuevamente se esconde simple y llanamente la manipulación de una secta. Seguro que el serial continuará.