ESTADOS Unidos no quiere la guerra. Irán no quiere la guerra. Israel no quiere la guerra. Pero Netanhayu sí quiere la guerra. Su posición de huida hacia adelante, entre otras cosas, para salvar sus objetivos políticos y librarse de tres juicios que podrían condenarlo por corrupción, contempla aprovechar cualquier oportunidad de arrastrar al régimen iraní a una confrontación abierta que obligaría a Estados Unidos a participar en una guerra que no desea, a las puertas de las elecciones presidenciales. Además, es mediante guerras que el sionismo sigue ocupando territorios para incorporarlos al proyecto del Gran Israel. Todavía le falta provocar unas cuantas guerras.

Moisés era Charlton Heston

Es significativo que en pleno siglo XXI un país teocrático que basa su legitimidad en la narración bíblica esté presionando a todas las potencias occidentales, obligándoles a tomar partido por un poder ultra religioso que dice gobernar por mandato divino. Al lado de ejemplos así la laicidad es un tema menor. El sionismo es un grupo judío con una cultura colonizadora y violenta que está decidiendo la suerte de la humanidad. No es ningún regalo a la demagogia. Armas nucleares y misión divina casan mal, peligrosamente. Creo que aún no somos plenamente conscientes de lo que se está jugando en el tablero de la guerra. Me da miedo observar que la posición en occidente presta una atención todavía menor a la doble moral que cada día se impone ante nuestras narices: si esta doble moral se instala en nuestras sociedades estaremos perdidos. Vean lo penúltimo: Israel bombardea el pasado 2 de abril la embajada iraní en Siria, matando a siete personas, entre ellas a un máximo dirigente de Hamás y sus hijos. Irán responde con drones y misiles en un espectáculo más de fuegos artificiales que otra cosa. Los analistas coinciden al decir que la respuesta, desproporcionada por suave no buscaba hacer grandes daños. No los hizo. Era sólo una advertencia. Pero Israel clama venganza y aprieta para que unos cuantos países se sumen a la idea de venganza mediante una guerra total. Muchos medios e instituciones occidentales, empezando por los gobiernos, cierran filas con la posición de Netanhayu que promete una gran venganza. Ninguna condena por el bombardeo de la embajada de Irán en Damasco. Así se escribe esta historia. Hay terrorismos consentidos e Israel es muy bueno matando.

O sea, hay una doble vara de medir. En Alemania la policía irrumpió en el Congreso sobre Palestina que se iba a celebrar el pasado 15 de abril en Berlín y sacó de la sala al ex ministro griego Yanis Varoufakis, expulsándolo del país. El acto fue suspendido por el gobierno que para lavar su culpa por el holocausto sigue dando su apoyo a los crímenes de guerra de Netanhayu. En Alemania está prohibido portar símbolos palestinos y manifestarse en solidaridad con Gaza. ¿Cuanta más sangre palestina ha de correr para que Alemania cambie de posición?

Europa, dando su apoyo al mito fundacional de Israel –denuncia la periodista Nieves Concostrina–, cede la razón para apoyar el mito, o lo que es lo mismo acepta una leyenda, una historia ficticia, una narración idílica situada fuera del tiempo histórico. La periodista, experta en historia de Oriente Medio, nos recuerda que ficticio es Moisés, es el éxodo, es que el mar rojo se abra para que pasaran los judíos en dirección a la tierra prometida. Ficticias son las tablas de la ley y las plagas sobre Egipto. Todo es un peliculón de Hollywood producido por la industria del Holocausto. En esta película no faltan arqueólogos que buscan restos que puedan probar el relato sionista. No lo consiguen. Y cuando han creído hallar restos de apoyo a sus tesis, otros arqueólogos neutrales y muy destacados profesionalmente, han echado por tierra los hallazgos. En la historia real no hay nada de nada que apruebe un supuesto legado divino, absolutamente nada. Pero los sionistas han convertido una película en historia, en su historia.

Es igual, el sionismo ya ha decidido que la Torah es su Constitución, la prueba de que el dios del Antiguo Testamento es su dios y además el único verdadero. El que les legó, en tanto que pueblo elegido, la promesa del dominio sobre toda la Palestina histórica. Es así como la vieja Europa vuelve sobre sus pasos y deja su futuro en manos de un relato que miente y utiliza el pasado como herramienta de control y de poder.

De todas las ficciones judías la que más me inquieta es el Ángel Exterminador que anuncia la Biblia. Su papel lo encarna Netanhayu. Él está llevando al pueblo de Israel a implicarse en una carnicería, en una matanza insoportable, que perdurará en la memoria de la humanidad del siglo XXI.

Politólogo especialista en Relaciones Internacionales y Cooperación al Desarrollo