A menudo, los países interesantes para invertir no son aquellos a los que todo el mundo va, sino los que están al lado y ni siquiera vemos. En este caso, Marruecos: un imán para recursos económicos y talento enfocados en la sostenibilidad. Y no está tan lejos de Euskadi. En mitad de agrestes parajes situados entre el Atlas y el Sahara, emerge una nación de oportunidades. La combinación de energía limpia y coches eléctricos es el mantra económico de nuestra era. Marruecos ofrece un terreno fértil para las inversiones, propiciando avances notables en la movilidad y la preservación del medio ambiente para el Magreb y Europa.

Marruecos se ha puesto a la tarea que hace años debieron emprender España y otros países del ámbito mediterráneo: aprovechar su privilegiada situación geográfica y su abundante insolación anual para levantar una infraestructura de energía renovable y producción de hidrógeno verde. Este paso, acompañado de las correspondientes garantías jurídicas y una estrategia de desarrollo acertada por parte del gobierno y las autoridades, es el primer paso para atraer a Marruecos parte del ingente volumen de inversiones adjudicado por la Unión Europea al sector de la sostenibilidad.

Los efectos de tracción son múltiples y contribuirán a dinamizar la economía no solo en Marruecos, sino también en los estados adyacentes y, por supuesto, también en el continente europeo. Actividades de construcción e ingeniería para la creación de las plantas y los tendidos de gasoductos y líneas eléctricas, modernización de carreteras, ferrocarriles, telecomunicaciones, edificios administrativos, viviendas y equipamientos públicos y privados de toda índole. Por no hablar del impulso a la industria local y un floreciente negocio en el que los grandes grupos del automóvil alemanes y franceses ya están comenzando a dirigir su interés: la fabricación de componentes destinados a vehículos eléctricos.

En este último apartado, Marruecos se posiciona como centro clave de la futura industria de la automoción europea. Se trata de un sector de crecimiento acelerado en el que el país alauí, renunciando a la obsesión por las grandes plantas de montaje, tan apreciadas por la clase política y los medios, toma la delantera al incentivar un ecosistema basado en pequeñas y medianas empresas para la fabricación de componentes, como parte de una estrategia más productiva y flexible. Una combinación de mano de obra cualificada, buenas infraestructuras y énfasis en la innovación tecnológica, permite al país atraer inversiones significativas de empresas líderes de la industria automotriz.

La producción de baterías para vehículos eléctricos es un aspecto crucial del programa. Marruecos ha establecido asociaciones estratégicas y alianzas tecnológicas para desarrollar capacidades con vistas a la fabricación de baterías de alto rendimiento. Y de paso que fabrica baterías, produce también otros componentes: piezas de estampación, plástico inyectado y composites, neumáticos, cierres, lunetas de vidrio, circuitos impresos y accesorios de todo tipo. La demanda está asegurada por la creciente expansión del parque móvil eléctrico mundial, y supondrá un tirón considerable para la infraestructura local y la innovación tecnológica en el país.

Además de la energía limpia y la industria automotriz, Marruecos ofrece una variedad de oportunidades para inversores extranjeros en muchos otros sectores. El turismo sigue siendo un área de gran potencial debido a la riqueza cultural, la diversidad geográfica, la gastronomía y la hospitalidad del país. Invertir en la industria turística de Marruecos resulta atractivo debido al constante flujo de visitantes y al impulso gubernamental para desarrollar este sector. Sin mencionar el hecho de que el país no se halla expuesto a las restricciones de mano de obra derivadas del envejecimiento demográfico y la poca disposición de la juventud europea a trabajar en el ramo de la hostelería y los servicios turísticos. Además de lo anterior, la artesanía marroquí, merced a la excelencia de unos creadores que tradicionalmente han destacado en todos los ámbitos de la industria tradicional -textiles, cuero, bronce, cerámica, artes figurativas- tiene un potencial económico que a menudo ha pasado desapercibido en el extranjero, salvo para conocedores del país.

Otro sector en crecimiento es la industria de la tecnología y la innovación. Marruecos está avanzando hacia una economía más basada en el conocimiento, con un enfoque en la tecnología de la información, la investigación científica y el desarrollo de habilidades digitales. Esto implica no solo un esfuerzo ingente para satisfacer la demanda de personal cualificado -ingenieros, programadores informáticos, expertos en economía y finanzas, etc.-, sino oportunidades de colaboración entre el sistema educativo local y los centros de enseñanza superiores de Europa, con vistas no solo a cubrir la demanda de talento, sino a formar a los propios estudiantes y al personal docente marroquí. Para cualquier inversor interesado en el ámbito tecnológico, Marruecos ofrece la ocasión para colaborar, establecer centros de desarrollo y propiciar el acceso a talento innovador, tanto desde Europa hacia el norte de África como en sentido contrario.