LO siento, pero no me entra en la cabeza que a alguien le pueda molestar la orientación sexual del prójimo, si lleva o no pañuelo que le cubra el pelo o el lugar de procedencia. Los delitos de odio son reflejo de lo peor de nuestra sociedad y no debemos rebajar su gravedad. Máxime cuando somos una generación heredera del esfuerzo de progenitores descendientes de exiliados, migrantes o luchadores en la transición de nuestros actuales derechos. Que el fascismo no campe a sus anchas es responsabilidad de todos y de todas porque, aunque parezca que no nos toca, nada está libre de su efecto.