La mar nos recuerda cada cierto tiempo que ella es sinónimo de respeto. La tragedia se cobró ayer la vida de dos pescadores en un naufragio en Cantabria. El Vilaboa Uno salía a la captura de verdel con diez marineros. Uno todavía se encuentra desaparecido. Tan lejos y, a la vez, tan cerca de la vida cotidiana de nuestros arrantzales, expuestos a los mismos avatares que el resto de la sociedad en tiempos complicados –subida de los precios de la energía, falta de relevo generacional, etc., etc.–, pero con el añadido de tener siempre presente que la mar, lo mismo que da, puede quitar. Que no se nos olvide.