LA alianza PP-Vox en Castilla y León ha permitido evidenciar que la ultraderecha puede plantear con impunidad cosas tan aberrantes como obligar a una mujer que ha decidido interrumpir su embarazo a escuchar antes el latido fetal. Llama la atención que, en lo que a latidos se refiere, haya diferencias dependiendo del cuerpo de la mujer que lo ocupe. Así, nunca hemos oído defender el pálpito de las mujeres escondidas tras un burka, las que atraviesan el estrecho en pateras o las que son víctimas de la violencia machista. Claro que, ahora que lo pienso, tampoco en Castilla y León ellas son lo importante, sino el objetivo. Misoginia pura y dura.