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Parlamento

HUBO una vez una persona que me recordó que el Parlamento, aunque parezca una obviedad, es la sede para parlar, para hablar y ser escuchado con respeto. No sucede así en el Congreso de los Diputados (y diputadas), donde ayer se vivió una nueva sesión de interrupciones en el uso de la palabra que convirtieron el debate en soez. La ausencia de decoro en esta institución comienza a ser tan habitual que resulta bochornosa. No poder ejercer el uso de la palabra con respeto es un penoso ejemplo para la sociedad a la que se representa. Aunque a ellos y ellas, me temo, les parezca lo contrario.