ARISTÓTELES Onassis fue un multimillonario griego que hizo fortuna con sus barcos en tiempos de guerra. Dicen los que le conocieron que cuando le preguntaban por cómo había hecho su fortuna, respondía hablando de pájaros y flores. Es curioso observar cómo los ricos prestan poca atención al dinero. O eso dicen ellos.

La FIFA, una asociación que dirige todas las federaciones nacionales del fútbol mundial, también prefiere hablar de otras cosas. Pero el dinero es difícil de ocultar, siempre sale a flote. Llevar el Mundial de fútbol a Qatar les ha permitido embolsarse la bonita y redonda cifra de mil millones de euros, según algunos medios europeos.

Pero para qué hablar del vil metal cuando se puede hablar de otras cosas más bonitas. Su presidente, Gianni Infantino, prefiere hablar de identidad. Tiene tantas que se le amontonan y no sabe en qué orden ponerlas. En este caso se ha construido una identidad que tiene la misma solidez que los castillos de arena en plena pleamar y más falsa que los billetes del Monopoly. Pero, eso sí, sabe buscar el momento de dispararlas directamente en el momento preciso. Esta vez ha sido a la red.

Hace unos días, le escuché en un confesionario mediático, ya saben, el auténtico trono de la sinceridad, al presidente de la FIFA. Infantini proclamaba con cara circunspecta sus diversas identidades personales y coyunturales. Confesó que se sentía “ese día” emigrante, negro, gay, mujer y no sé cuantas memeces más. No quiero ni imaginar lo que hubiera opinado El Fary de tanta desmesura empática. ¿ A qué venía tanto alarde? Infantino, abogado suizo-italiano, quería denunciar a los detractores del Mundial de Qatar por ser unos hipócritas. Claro, es la FIFA la que ha decidido sobre el lugar del campeonato. Como broche de oro a su confesión, Infantino proclamó que él mismo había sufrido los prejuicios de la gente, pues en su niñez fue pelirrojo. Enternecedor. Ahora, ya no le queda un pelo de tonto.

El presidente de las federaciones nacionales nos recordaba un poco enfadado que Qatar había ganado su derecho a celebrar estos campeonatos con todas las de la ley y que basta ya de darle mala fama a un Reino por el simple hecho de que tengan dinero a espuertas y diferente “cultura” a la nuestra. Con esto último se refería a la situación de los derechos de la mujer, una legislación homófoba donde las haya, y al alto costo en vidas humanas que ha supuesto la construcción de infraestructuras deportivas megalómanas en un país sin tradición futbolística hasta ahora. Casi todas las víctimas han sido trabajadores migrantes con unas condiciones de trabajo cercanas al esclavismo.

Al señor abogado suizo-italiano se le olvidó mencionar el tema del dinero: gran casualidad. También que todo el chanchullo se montó porque un presidente francés llamado Sarkozy quiso venderles aviones de combate al citado país. Para ello convenció al presidente francés de la UEFA- Unión de Federaciones Europeas de Fútbol- Michel Platini, conocido por su habilidad, para que le arreglara el asunto de hacer de Qatar la anfitriona del Mundial. Y el bueno de Platini consiguió hacer efectivo el encargo. Luego, más tarde lo echaron por corrupto, pero para entonces Francia con Sarkozy a la cabeza ya había vendido bien sus aviones. Luego, también le echaron a Sarkozy del gobierno por corrupto con juicio y todo.

No hay dos sin tres. Y Joseph Blatter, antecesor de Infantino y expresidente de la FIFA, corroboró las acusaciones de corrupción contra Platini y Sarkozy. Salió trasquilado. También a él lo acabaron largando por corrupto. Escandaloso dirán algunos, mientras se tapan la nariz.

A mí lo que me resulta más inquietante de todo es que la FIFA proclame su oposición a mezclar política y deporte. El equipo danés que quiere pasar por el Mundial de puntillas para no hacer excesivo ruido tuvo la temeridad de proponer una camiseta con el peligroso lema de “Derechos Humanos para todos”. La FIFA dijo que nones como era previsible. Hay que saber separar las cosas; cuando toca balón, toca balón y cuando toca tortura, toca tortura.

Esto lo saben bien los argentinos, que en 1978 organizaron un Mundial con la FIFA al mando. Entonces gobernaba la dictadura del general Videla que había impuesto un régimen terrorista de Estado. El Mundial lo ganó el equipo argentino para satisfacción de los sátrapas y de gran parte de la nación. Me imagino que también de la FIFA, que luego fue investigada por sus oscuros negocios en aquel país.

Decía el escritor inglés Chesterton que “la aventura podrá ser loca, pero que el aventurero ha de ser cuerdo”. Ignoro si organizar un Mundial en Qatar es de locos, lo qué sí sé es que el aventurero, el señor Infantino, es muy cuerdo a la hora de velar por sus intereses. Tampoco estaría de más que su diarrea verbal identitaria se la guardase para él y nos hablase un poco de los ingresos, aunque solo sea para que los que amamos el fútbol podamos hacer una mejor diferenciación entre el juego y sus intereses. Es decir, cortita y al pie, en el argot de Luis Aragonés.

* Periodista y escritor