YA se nos va acabando el margen de preocupación porque el cántaro rebosa desde hace meses pero la perspectiva de una recesión, como anuncia el BBVA, no ayuda. Incertidumbre es el desayuno de los campeones pero no hay estómago que aguante sin perspectiva de tratamiento y, en eso, al FMI le debemos otro susto. Dice que todos los bancos centrales están equivocados al subir los tipos de interés; que en ese fantasma de la estanflación –estancamiento económico con precios al alza– es más peligrosa la recesión que la inflación. No tranquiliza ver a los médicos tacharse las recetas unos a otros.