NO pareció importarle a la ciudadanía rusa ni los ucranianos asesinados con sus maletas en las calles, ni la destrucción, ni el éxodo de refugiados. ¿O es que no nos enseñaron sus protestas? La propaganda del Kremlin pareció hacer mella en una población que sigue a su líder y calló contra la guerra. Hasta que el miedo con que juega Putin en el exterior ha traspasado las fronteras pero hacia dentro. Lo mejor de la llamada movilización parcial es que medio año después, los rusos protestan, aunque solo sea porque ellos también están en peligro y porque la guerra ya no se hace en su nombre sino con sus nombres.