La central nuclear de Zaporiyia en Ucrrania, la más grande de Europa con seis reactores aunque solo dos en funcionamiento, está siendo utilizada como un arma terrorista. Los rusos la ocuparon y desde allí lanzan ataques que el ejército ucraniano se cuida de no responder con fuego por temor a un desastre. El chantaje del terror nuclear es una constante en la estrategia de Putin, porque sabe que tiene efecto en la población. Como cualquier amenaza, pero elevada a miles de megavatios y de residuos radiactivos. Putin no es un soldado, es un vulgar terrorista.