HACE ya unos meses el suplemento dominical del periódico de mayor difusión en este país publicó un reportaje científico-artístico que me dejó profundamente indignado.
Se preguntará el lector qué clase de información puede contener un suplemento dominical para causar tales efectos. Se trata la de la constatación de qué nuestro planeta convivimos dos especies de humanos: los sapiens pícaros que viven del cuento y los sapiens medio bobos, que somos los demás, que les permitimos hacerlo y que se rían de nosotros. Como apenas he visto reacciones a la tomadura de pelo, salvo en una newsletter científica, he decidido contarlo.
El caso es que aquel fin de semana me di de bruces con un amplio reportaje titulado “Rasheedah Phillips & Camae Ayewa: Afrofuturismo cuántico”. Como licenciado en Ciencias, la emoción me embargó: ¡Por fin un reportaje sobre un tema científico profundo! Y además en el suplemento dominical de mayor difusión. Gracias a ello mucha gente podría enterarse de la importancia de la mecánica cuántica, más allá de leer generalidades respecto al gato del Schöredinger, y sobre si está muerto o vivo.
Pero ya desde la primera línea vi que el artículo volaba en extrañas direcciones cósmicas. Empezaba así: “¿Cuál es la relación entre la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos, el arte transdisciplinar y la física cuántica? Aparentemente ninguna. A menos, claro, que te llames Black Quantum Futurism, seas un colectivo formado por dos artistas afroamericanas de Filadelfia y acabes de ganar el Premio Collide, que te da la posibilidad de poner en común tu trabajo con el que desarrollan los físicos del CERN, el laboratorio de partículas más grande del mundo ubicado en Suiza, junto a la frontera con Francia”.
Rasheedah Phillips nos lo aclara: “Todo empezó en el año 2008, cuando Camae y yo teníamos nuestros blogs y una amiga común nos dijo que debíamos conocernos porque escribíamos sobre cuestiones muy similares: astrología, filosofía, geometrías sagradas, música y reflexiones sobre el espacio y el tiempo”.
Con semejantes principios no les extrañará que el resto del artículo de estas dos artistas cuánticas contenga, ya que estamos hablando de física, el vacío más absoluto de ideas científicas:
Resulta que el término afrofuturismo fue acuñado por el crítico cultural Mark Dery en un artículo publicado en 1994 para referirse a la producción de las personas de color en los territorios de la ficción especulativa y la ciencia ficción. “Para nosotras se trata simplemente de personas negras teniendo acceso al futuro”, explica Rasheedah, que es abogada de vivienda y representante legal de personas de bajos recursos, “En el mundo en el que vivimos esto tiene un carácter especulativo porque a menudo somos expulsadas del futuro”.
“El afrofuturismo para nosotras consiste en construir herramientas que nos permitan adentrarnos en el futuro” agrega Camae, que es música, poeta y curadora de arte, “y esto puede darse haciendo uso de las formas en la que el efecto puede preceder a la causa y en la que el pasado y el futuro pueden coexistir en infinitos estados de posibilidad”. Efectos precediendo a sus causas, ahí es nada.
Y ¿qué tiene que ver la teoría cuántica en todo esto?”. Black Quantum Futurism lo aclara: “Pues que uno de sus grandes campos de estudio (del afrofuturismo) es justamente el tiempo y las diferentes formas en que se ven afectados por los eventos y la experiencia. En la tradición occidental y moderna el tiempo es lineal y avanza siempre hacia adelante.” Pero según Rasheedah Phillips, “eso favorece la dominación, la apropiación, la opresión y la conquista.” Y otra larga serie de implicaciones negativas que hay que combatir.
Pero me temo que como escribió Miguel Delibes “la imposibilidad de replantearte el pasado y rectificarlo, es una de las limitaciones más crueles de la condición humana. La vida sería más llevadera si dispusiéramos de una segunda oportunidad”.
Vamos, que Black Quantum Futurism reivindica una “ley física de la segunda oportunidad”. Espero que algunas políticas actuales no se enteren, pues las temo capaces de intentar cambiar por decreto las propias leyes de la naturaleza: ¡Tiempo, retrocede! ¡Gravedad, vade retro!
Finalmente, nuestras artistas de Filadelfia invitadas y becadas en Barcelona nos ilustran sobre sus intenciones: “El principal objetivo de Black Quantum Futurism es desarrollar formas alternativas de pensar el tiempo para construir maneras más saludables de habitarlo y que la comunidad negra pueda vivir mejor. Lo que la física nos ofrece es justamente eso: nuevas posibilidades de pensar el tiempo”.
“Basta detenerse en lo que nos dice la teoría cuántica acerca del comportamiento de las partículas”, agrega Camae, “que son capaces de coexistir en un sinnúmero de estados posibles y de viajar hacia atrás en el tiempo, lo cual tiene muchas similitudes con lo que cuenta la tradición africana, en la cual el tiempo no necesariamente es lineal, sino que puede ser cíclico, y en la que no solo avanza para adelante, sino que también puede ir hacia atrás. La mecánica cuántica nos da la posibilidad de reconectar con todo eso”.
Aquí ya me eché a temblar, un revuelto de interpretaciones surrealistas de las ideas de Feynman sobre las antipartículas y tiempo cíclico como en la antigüedad más remota. Algo falla en los sistemas educativos.
Por si alguien lo duda: las partículas no viajan hacia atrás en el tiempo. Les da igual la tradición.
Nuestras dos creativas cuánticas, henchidas de palabrería pseudo científica que no comprendían, fueron galardonadas con el Premio Collide, que el programa Arts at CERN y la ciudad de Barcelona otorgan a artistas que liguen arte y ciencia.
Por ello, Black Quantum Futurism pasará dos meses en el CERN en Ginebra y uno en Barcelona para “ahondar en los misterios de la física, en particular en la llamada simetría CPT, un principio de invariancia que involucra la carga, la paridad y el sentido del tiempo”. ¿Cuántos de nuestros estudiantes de física y matemáticas no tendrán nunca una oportunidad así?
Afirman nuestras artistas que “Una violación de la simetría CPT podría ser entendida, así como un regreso a esa manera de asumir la temporalidad…”, “la forma en que la tradición africana entiende el tiempo, la cual no está conectada a la hora del reloj, sino al momento en que todos se hacen presentes en un lugar, una concepción más comunitaria”.
“Estamos entusiasmadas con esta residencia en el CERN y en Barcelona”, agrega Camae, “porque lo que buscamos es seguir expandiendo nuestra exploración y para eso necesitamos encontrarnos con personas de diferentes partes del mundo. La belleza de la teoría cuántica es que nos permite entendernos como pequeñas partes de un todo que, al igual que las partículas, puede viajar en el tiempo y relacionarse de formas que trasciendan las limitaciones espaciotemporales para imaginar nuevas maneras de pensarla realidad”.
Malas noticias entonces para nuestras artistas invitadas, ya que, lo que dice la teoría cuántica de campos es que la simetría CPT es una ley de la naturaleza que ha sido verificada por décadas de experimentos de gran sofisticación y precisión. No parece que vayan a encontrar ninguna violación de la simetría CPT en este viaje al CERN o la Barcelona de Ada Colau.
Lo cual podían haber averiguado desde cualquier lugar del mundo abriendo un libro de teoría cuántica de campos (y de paso ahorrarnos a los demás el pagar con nuestros impuestos este viaje de “turismo” cuántico desde Filadelfia a Europa, objetivo adornado de tanta palabrería hueca). l
* Químico Físico