Se pasa de frenada Pedro Sánchez cada vez que gira la mirada a la frontera sur. Lo hizo con el descuelgue de la responsabilidad histórica hacia el Sáhara y lo volvió a hacer con las muertes de Nador. El asalto a la valla de Melilla podía parecer menos sangriento hasta el mismo domingo, pero en ningún caso le cabía a nadie en la cabeza que aquello fuese una gestión correcta de los policías marroquíes. Ayer quiso sacar la pata lamentando las más de dos docenas de muertes pero no le coge el punto a esa obsesión por dorarle la píldora al reino alauí y acabará atragantándose con ella.
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