ONARON, durante días, los tambores de guerra y no había otra leyenda más repetida que esa: ganará el entrenador que más convezca. No un presidente con más tablas o uno más audaz, no un hombre equilibrado en sus cálculos ni una persona capaz de manejar el timón con buen ritmo. No, nada de eso. El entrenador que llegue al corazón de quienes votan. Sobrevolaron por las copas de los árboles numerosos nombres de estrategas, de gentes con capacidades estimulantes, de técnicos con prestigio en las tierras de fútbol o de valientes que se han labrado un nombre. A menos de 24 horas de la resolución, el asunto se ha reducido a dos viejos conocidos: Valverde y su ciencia como athleticólogo, capaz de sacarle frutos a la recolectaathleticólogo, , y Marcelo Bielsa con aquel abracadabra loco que llevó al Athletic a las puertas de la gloria en Europa. Tanto se ha esperado al último caballito blanco que, no sé, ¡pluf!, nos hemos quedado sin sorpresa. Y sin pronóstico. Si no será el nombre del entrenador el que decida.. ¿qué lo hará?

Cuando ayer miércoles se supo que Ricardo Barkala y Jon Uriarte no iban a sacarse un conejo blanco de la chistera y la apuesta de ambos era la misma, la serenidad de Valverde (el asunto de Bielsa ya estaba anunciado por Arechabaleta tiempo atrás...) la gente con derecho a voto se quedó in albis. ¿No hay otro caramelo nuevo que llevarse a la boca?, se preguntaban. En apariencia no, ya ven.

Pero siempre queda la última cabriola, el tour de force del último número en la pista. Si no han conseguido dejar a la parroquia con la boca abierta con los nombres propios citados hasta la fecha (quizás no haga falta que esto ocurriese pero siempre ha marcado distancias...) para el banquillo, ¿es posible que alguno de los tres candidatos tenga el nombre de algún futbolista inesperado que pueda poner hoy sobre la mesa? Sería, sin dudarlo, un golpe de efecto. En algunas elecciones se han visto cosas semejantes, números de habilidad capaces de invertir las tendencias. Lo dudo a estas alturas pero...

El quid de la cuestión no es esa, ya lo sé. Pero el fútbol, al menos el modelo de fútbol que defienden muchos amantes (lo de seguidores se queda corto...) del Athletic, es algo más que una hoja de excell y un eficaz trabajo de oficina. El fútbol, al menos el modelo de fútbol que defienden muchos amantes (lo de seguidores se queda corto...) del Athletic, se alimenta de pasiones y esperanzas renovadas, de jóvenes que suben de galeras para comerse el mundo en Primera o de fichajes que llenan algún vacío porque no siempre alcanza para todos los puestos ni para todos los sueños. No lo espero, pero si alguien fuese capaz de arroparnos con la manta del asombro, ¡voila!, se sentará en el trono. Supongo.