N estas páginas se ha contado con pelos y señales la sucesión de episodios que ha tenido lugar durante varios días en torno a la posibilidad de que se realizase un debate concreto a tres bandas en el marco de las elecciones a la presidencia del Athletic. Hoy se ofrece, asimismo con detalle, el desenlace de la historia, que no es otro que la decisión del Colegio Vasco de Periodistas de retirar su oferta de organizar dicho encuentro. Y además de aportar más datos propios y recordar los ya conocidos para que el lector disponga de una amplia perspectiva de lo ocurrido, se adjunta buena parte del comunicado que el CVP emitió ayer miércoles para justificar su postura.

Antes de nada, puede afirmarse con absoluta seguridad que el escrito elaborado por el CVP a nadie habrá dejado indiferente. El tono agresivo que emplea desde la primera frase y del que se vale para arremeter contra todo dios, o casi, resulta impactante; tanto, que en absoluto estaría de más decir que se apoya en un lenguaje impropio de quien sostiene que solo pretendía ejercer de moderador en un acto abierto. En reiteradas ocasiones acusa a dos de las tres planchas, aquellas que no han atendido su propuesta, así como a diversos medios de comunicación, de haberle maltratado, de haber incluso cuestionado su profesionalidad por medio de una utilización "torticera e interesada" de su "bien intencionada" iniciativa. Menciona también en párrafos sucesivos la guerra abierta que posteriormente se ha suscitado en las redes y en ese saco mete a partidarios de la tercera plancha, la única que expresó su deseo de acudir al dichoso debate.

Remata su escrito el CVP con una reflexión acorde al contenido y cariz de la exposición previa: "En nuestra opinión, [el Athletic] se merece una mayor seriedad y altura de miras por parte de quienes aspiran a dirigirlo y de quienes se dedican a informar sobre su quehacer diario y dicen llevar sus colores en el corazón".

Bien, en este asunto del debate número doce, que es el modo de distinguir este del CVP que nos ocupa, pues tal como manifestó Uriarte había otros once planteados por diferentes promotores que se habrían puesto en contacto con Uriarte, Arechabaleta y Barkala; once a los que Uriarte optó por renunciar con el argumento de que eran excesivos, mientras los otros dos presidenciables expresaban que estaban por la labor de participar. La cosa es que a este duodécimo intento, después de once negativas, va Uriarte y responde afirmativamente, y no contento con ello da por sentado que sus contendientes harán lo propio o que ya han dado su visto bueno y prácticamente se enteran de la existencia del debate de marras gracias a él, que en su línea lo cuelga en la red. Y al darle publicidad precisamente él, como relata el artículo que se adjunta, se descubre el pastel.

Al CVP le quedan dos posibilidades a las que abonarse: la que defiende en esa nota donde insiste en que es inocente y está siendo injustamente acosado; o la que cabe deducir del repaso de los acontecimientos, que sugeriría la existencia de cierto grado de complicidad entre gente de la asociación y una de las candidaturas; sí, esa. En cualquiera de las hipótesis, la reacción del CVP se antoja desmedida. En vista de que dos de los tres protagonistas prefieren pasar del tema, y sus razones tendrán, lo lógico hubiera sido que quien organiza se retire discretamente a sus aposentos, ante la evidencia de que no ha tenido éxito en su empeño o en el empeño de quien sea. Porque, pese a sus amargas quejas, este extremo no queda del todo aclarado y hay que matizar que no se habla aquí del CVP al completo, aunque el comunicado de marras esté rubricado con tales siglas.

Todo apunta a que Uriarte se ha pasado de frenada y desde luego el CVP no se ha quedado atrás, pues en vez de desenredar la madeja, ha escogido la peor vía, cual es meterse a juzgar o atacar generalizando y, lo peor, habiendo omitido la versión que han transmitido medios como

PD: Personalmente, desconocía la existencia del CVP. Hoy me alegro de haber salido de mi ignorancia. Como me alegro de no pertenecer a una asociación que no tiene reparos en describirse a sí misma como sigue: "La gravedad de las críticas vertidas sobre quienes detentamos la representación oficial del periodismo en Euskadi...". Detentar significa exactamente: "Retener y ejercer ilegítimamente algún poder o cargo público".