ANDER Capa, su caso, se ha convertido en uno de los temas estrella de la incipiente campaña electoral. Podría asegurarse que nada ha concitado tanta atención desde que los equipos están de vacaciones. La cosa arrancó con las múltiples entrevistas concedidas por el futbolista donde, aparte de relatar su amarga experiencia con Marcelino, insistía en su deseo de no moverse de donde está. Cierto que antes hubo manifestaciones, de desigual intensidad, de apoyo a su persona. Merecería comentarse por ejemplo lo acontecido en San Mamés con ocasión del partido de despedida de la afición. Esa tarde, Capa accedió a jugar sus primeros tres minutos de la temporada, algo en sí mismo desconcertante, máxime si se considera que desde el día siguiente no dejó de cargar abiertamente contra el entrenador, al que acusó de haberle despreciado. Pero bueno, él sabrá.

Mientras Capa se dedicaba a contar sus amargas vicisitudes ante micrófonos y grabadoras, no le faltó el impagable apoyo de un sector de la prensa así como de gente, anónima en general, muy predispuesta a reivindicar su continuidad en el equipo a través del móvil y el ordenador. Todo lo expuesto ha contribuido a que su problemática aparezca hasta en la sopa y, como no podía ser menos, haya irrumpido en la campaña electoral, ocupando una nada desdeñable cuota del espacio que los aspirantes a suceder a Aitor Elizegi emplean para explicar sus proyectos.

De modo que computado el grado de protagonismo obtenido por Capa en este par de semanas, quien afirme que permanece ajeno a su encrucijada personal o habita en otro mundo o aborrece el fútbol. En este inaudito contexto, ha trascendido vía prensa que los precandidatos han contactado con el jugador. Por si alguien dudase, Xabier Eskurza, su agente, se ha dedicado a promover y difundir la existencia de un clima favorable a los intereses de su representado. Según lo que ha deslizado a diversos periodistas, el acuerdo de los tres precandidatos para activar la renovación de Capa estaría bastante avanzado. La jugosa revelación se ha reforzado citando de modo conciso los términos del contrato, al menos en lo que atañe a su duración: dos años y un tercero condicionado.

Hasta aquí, la parte de la historia accesible para todo el mundo. De aquí en adelante, la parte que completaría dicha historia, si no fuese porque en realidad viene a desmontarla por completo. Es cierto que un precandidato, Jon Uriarte, sugirió el lunes que contactaría con sus homólogos en la idea de pactar el porvenir de Capa, si bien luego, al pedirle que sea más explícito, ha eludido pronunciarse. Iñaki Arechabaleta ha ido más lejos: sostiene que ya ha tomado la iniciativa, que los demás se adhieran si quieren, pero que él ya tiene preparado un "precontrato" para Capa. Por supuesto, no ha revelado los términos de su oferta al jugador y si está por la labor de transigir con los sugeridos por Eskurza, pero es obvio que dado que todavía ni siquiera habla en calidad de candidato oficial puede permitirse posicionarse como estime oportuno sin rendir cuentas por ello.

A Barkala se le debe sacar de esta rocambolesca ecuación, pues ha declarado en todo momento que a su juicio no procede abordar este asunto desde su actual condición y que, además, es materia que corresponde valorar a quienes la próxima temporada sean los responsables técnicos del club.

En síntesis, que el único avance, si merece tal denominación, en este surrealista culebrón se reduce a que un precandidato se ha decantado por realizar una apuesta a favor de que Capa siga. Por lo demás, el jugador o, en su defecto, el agente carecen de un interlocutor acreditado para despejar la incógnita. Por mucho que afirmen tener el asunto encauzado, no es verdad. Sencilamente, han utilizado algún posicionamiento público de Uriarte, que luego se ha frenado, y de Arechabaleta. Se han aprovechado de la inexperiencia de quien se hace eco de la corriente de simpatía que suscita el defensa lateral y reacciona calculando su equivalencia en firmas o votos.