A participación/abstención y quienes van a votar "con la nariz tapada" deciden hoy el rumbo de Francia... y en parte de Europa. El "ni Macron ni Le Pen", trasmutado en "ni ultraliberalismo ni ultraderecha", puede servir a muchos para acallar su conciencia, en muchos casos hasta que se abran las urnas y se conozcan los resultados. Entonces, ya tarde, puede ser el crujir de dientes. Todo es posible, porque hasta un tercio de los que votaron a la izquierda de Mélenchon dicen que ahora lo harían por Le Pen. Dudar es legítimo, pero ni en la duda conviene equivocarse tanto.