AY una voz popular que dice, lo habrán oído e incluso usado, si son algo redichos, "mucho ruido y pocas nueces". Existe el convencimiento de que esa expresión proviene directamente del título de un libro de Shakespeare, pero en realidad esta es la traducción que se le dio en España al título original de la obra, publicada a finales del siglo XVI, Much ado about nothing, cuya traducción literal vendría a ser Mucho preámbulo sobre nada. En el siglo XVI, ya ven, no había muchos cursos disponibles de Oxford Language School ni programa alguno del estilo Aprenda inglés en seis semanas sin esfuerzo.

Valga la expresión para el juego de palabras -ojalá se enriquezca la cosecha de nueces...- que ejerza de contrapunto a la noticia que vengo a comentarles: la lucha contra el ruido en la ciudad, donde el tráfico rodado y otros motores de cualquier clase y condición impiden que se escuche la última palabra. No en vano, el ruido ambiental, y en particular el debido, como les dije, al tráfico rodado, es un problema ambiental importante que afecta tanto a la salud como al bienestar de millones de personas en Europa. El 20 % de la población europea, es decir, más de 100 millones de personas, está expuesto a niveles de ruido prolongados que resultan perjudiciales para la salud.

La exposición prolongada al ruido puede afectar de distintas formas a la salud, produciendo molestias, trastornos del sueño, efectos perjudiciales en los sistemas cardiovascular y metabólico, y deficiencias cognitivas en los niños. Los datos actuales permiten deducir que el ruido ambiental da sustos de muerte, una 12.000 prematuras. También se calcula que 22 millones de personas sufren molestias crónicas importantes y que 6,5 millones de personas padecen alteraciones del sueño graves y crónicas por su culpa. Una molestia por todo lo alto.