A guerra provocada por la invasión de Ucrania por Rusia está sacando lo mejor y peor de nosotros mismos.

Considero la misma un horror, una injusticia provocada por un dictador criminal y cruel como es Vladímir Putin.

No existe ninguna razón aceptable desde el punto de vista democrático para ese ataque a la soberanía de un pueblo, por mucho que enfrente esté un Zelenski, que tampoco es un santo, o unos EE.UU. que lleven tiempo ziriqueando alrededor de la frontera rusa.

¿Qué pasaría si Rusia hubiera estado haciendo lo mismo en Canadá o México?

Esta introducción me lleva a preguntar: ¿es posible en este conflicto adoptar una posición equidistante? ¿Entender razones de unos y otros y al mismo tiempo condenar comportamientos irracionales contra la población ucraniana?

Creo que es posible y también necesario para que exista al menos la posibilidad de en un momento visceral, especialmente desde el punto de vista social, aportar algo de sentido común, el menos común de los sentidos.

Entiendo que ahora la ola de la opinión pública va en una sola dirección y que cualquier posición diferente corre el peligro de ser arrasada.

Putin es un dictador criminal pero también desde el otro lado se han cometido y se cometen errores y tropelías. Que se lo pregunten a los habitantes del Dombás por el sufrimiento tenido durante los últimos 8 años.

El empeño de EE.UU. a través de la OTAN, en sumar países de la antigua URSS a su elenco no parece muy lógico y ahora descubrimos que tampoco sensato. Se ha creado sin ninguna necesidad una sensación de inseguridad al oso ruso y este ha dado un zarpazo.

Ahora nos hacen sufrir, en especial al pueblo ucraniano, pero también debido a la locura de su dictador y a las sanciones de respuesta, al ruso. Incluso el resto del mundo como ya se está demostrando desde el punto de vista económico.

¿Cómo se puede solucionar?

Aunque parezca paradójico, con posiciones equidistantes que pasan en primer lugar por un alto el fuego y la retirada de las fuerzas invasoras rusas y que paguen la reconstrucción del daño producido.

Después, acordando un nuevo estatus que dé seguridad para ambas partes. A Rusia dando una salida a la cuestión de Crimea y el Dombás y que Ucrania adopte una posición de neutralidad estilo Finlandia.

La comunidad internacional y ahí China puede tener un papel protagonista, debe presionar para que se acepte y ambas partes asuman que deben dejar "pelos en la gatera".

Cuando acabe esta guerra lo hará como todas, con un acuerdo. Pasado un tiempo las gentes sensatas nos interrogaremos: ¿por qué no se alcanzó antes y ahorrarnos muertos, heridos y sufrimiento del pueblo ucraniano, ruso y del resto? ¡Malditos seáis quienes no lo hacéis ahora!

Lo contrario será continuar esta injusta guerra que puede tener consecuencias catastróficas para la humanidad. Escuchar a Zelenski hablar ante el Congreso de los EE.UU., pidiendo que se cierre su espacio aéreo consciente de que eso provocaría la tercera guerra mundial, produce tantos escalofríos como la locura de Putin.

Por último está el dramático aspecto de los refugiados. Aquí aparece de nuevo un aspecto negativo del ser humano, la hipocresía.

Está muy bien recibir con gestos solidarios internacionales, desde un aluvión de ropa, comida, medicinas y acogida, a estas gentes europeas, blancas, rubias y con ojos azules.

Pero también lo es hacer lo mismo con quienes desde el sur con otro tono de piel también nos llegan huyendo de guerras y hambre.

El pasado 8 vimos dos imágenes contradictorias, la entrada de ucranianos por la frontera de Polonia sin trabas y la avalancha de subsaharianos intentando entrar por Melilla recibidos con vallas de 6 metros de alambradas de espinos.

La hipocresía occidental llevada al límite, como refleja una gran película que todos debieran ver: Mediterráneo.

Los diferentes organismos internacionales señalan, que unos 5 millones de refugiados ucranianos van a pasar por la frontera de la UE los próximos días.

¿Cuántos millones se encuentran en nuestro sur esperando serlo de la misma manera y se encuentran con un mar como fosa común, o kilómetros de vallas con fuerzas del orden dispuestas a impedírselo. Después quedan hacinados con el rechazo social y político.

¿Qué posición adoptaron Polonia, Hungría o Rumanía cuando los millones que llegaban a sus fronteras eran musulmanes de tez oscura, de Siria, Irak, o Afganistán? ¿Cómo reacciona occidente cuando el ejército de Israel como ocurrió hace unos días asesinó a decenas de jóvenes palestinos, o impide que el agua llegue a su frontera? Hipocresía vomitiva.

Tienen en común que huyen de las guerras que también infectan África, muchas con nuestra responsabilidad, también del hambre después de haberles esquilmado y las enfermedades, por no prestarles ayuda con medicamentos genéricos.

¿Esto es equidistancia? ¿Recibiré por ellos un aluvión de críticas?

Probablemente, pero me arriesgo porque alguien debe denunciarlo, repitiendo para finalizar que para mí Vladímir Putin es un dictador criminal enloquecido, que ha invadido ilegalmente Ucrania, al que denuncio y critico con contundencia absoluta.

También la hipocresía y las diferentes varas de medir que aplica en este caso nuestro no tan ejemplar occidente.

Por último, mostrar mi solidaridad total con el pueblo ucraniano... y también con el ruso.

Malditas guerras y malditos quienes las provocan, o no las evitan. * Exparlamentario y concejal de PSN-PSOE