E alegará que la mitad de los goles llegaron con el partido concluido, pero la paliza se fue fraguando lentamente a lo largo de toda la noche y, en definitiva, lo indiscutible es que el Athletic. La trascendencia de irse para casa dando una imagen de fragilidad tan impropia del equipo de Marcelino se analizará más a fondo después de lo que suceda el miércoles en Mestalla, pero de la estricta lectura de lo presenciado anoche es difícil extraer algo rescatable. Cabía esperar que justo en esta fase de la temporada el duelo con un Barcelona que ha cogido velocidad resultase más llevadero en todos los sentidos, sin embargo dejó una impresión deprimente. Un término que choca frontalmente con la imagen que el Athletic venía ofreciendo, pero es el riesgo que tiene salir a jugar un encuentro oficial con el único objetivo de aguantar y resguardarse de posibles daños.

Las mejores imágenes del Barcelona - Athletic. Fotos: EFESería ese el plan, dejar que los minutos discurriesen sin que nada pasara. Amparado en su acreditada eficiencia en la contención, el Athletic, ubicado en una zona intermedia del terreno, apenas se vio inquietado de salida. Permitió a los azulgranas amasar posesiones y les cerró todas las vías de progresión hacia Simón. Eludir situaciones comprometidas no impidió que el anfitrión se desenvolviese cómodo, confiado en que cualquier chispazo alterase en curso de los acontecimientos. Así fue a la salida de un córner y el primer acto al completo se fue por el desagüe. Restaba tiempo suficiente para cambiar el paso y decirle al Barcelona que no todo iba a ser coser y cantar.Con un par de relevos y la obligación de enseñar las garras, al menos de amagar una reacción, se asistió a un rato de mayor equilibrio para empezar a cuestionar la superioridad de los peloteros de Xavi, que antes del descanso únicamente recibieron dos faltas. El monólogo dejo de serlo, si bien salvo por la exigua diferencia que señalaba el marcador, que no por el juego, tampoco se apreciaron motivos fundados para pensar en un cambio de decorado. De modo que cuando Dembelé dio rienda suelta a su inspiración, el partido quedó finiquitado. Para entonces Marcelino había dado entrada a cuatro hombres de refresco, con el 2-0, agregó un quinto, todo en vano. Con la excepción de Sancet, que opera en una onda aparte, ninguno de los recursos incorporados sobre la marcha aportó para interrumpir la exhibición del Barcelona, que ya había olvidado que el jueves se enfrentó a todo un Nápoles.El cuadro local se fue a la ducha con el 70% de la posesión. Enfrente, trabajo, mucho, para perseguir sombras; un esfuerzo que dejó al personal derrengado, sin fuerzas ni para enarbolar la bandera blanca. Por el camino, un golpe que recibió Yeray y pudo precipitar su marcha, un penalti de Araujo de los que no se suelen pitar según en sitios así sobre Villalibre, que se desfondó como Lekue, Balenziaga y varios más. Por ejemplo, Vencedor, impotente para dejar su huella, lo mismo que Vesga o un Zarraga condenado a ser la sombra de Dest junto a la cal. O Serrano, muy tierno frente Dani Alves, ese animal futbolístico lleno de escamas.Prácticamente ninguno salió reforzado de la propuesta contemporizadora, casi nadie quedó a flote en un naufragio intuido al anunciarse la alineación y luego, materializado sin remisión. ¿Cuál era la decisión correcta para medirse al Barcelona con opciones? ¿Cuánto merecía la pena apostar y cuánto guardarse en la manga? Lo dicho al principio, la semifinal de Copa dictará sentencia. Sin duda que entonces se articulará una fórmula opuesta a la de ayer domingo, con el bloque que todos recitaríamos de corrido tras ver la elección realizada ayer por el entrenador, pero duele ver un Athletic tan gris, encajando golpes sin margen para la réplica, ejerciendo el papel de figurante sin frase en una obra que el Barça protagonizó con soltura de cabo a rabo. Prevaleció el criterio más pragmático y ahora solo queda confiar en que el meneo sufrido no compute y quede como algo anecdótico, si es que el hecho de conceder cuatro goles puede ser considerado una simple anécdota. Dirán que se trata de un mal menor, y quizás así se deba de tomar, pero cabe preguntarse si no había otra manera de disputar la jornada liguera de turno. Y cuesta pensar que la respuesta es negativa.

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El cuadro local se fue a la ducha con el 70% de la posesión Vencedor, impotente para dejar su huellao un Zarraga condenado a ser la sombra de Dest junto a la cal O Serrano, muy tierno frente Dani Alves, ese animal futbolístico lleno de escamas.

Prácticamente ninguno salió reforzado de la propuesta contemporizadora,la semifinal de Copa dictará sentencia. se articulará una fórmula opuesta a la de ayer domingouele ver un Athletic tan gris, encajando golpes sin margen para la réplica