AS guerras civiles, reales o más o menos metafóricas, son las más dolorosas y a menudo las más cruentas. Ahí está la gran confrontación del PP, en la que se distingue, difuminada por el alboroto personalista, una gran confrontación ideológica. Por aquí tenemos también la versión vasca de la guerra cainita, con Eusko Alkartasuna, un partido nacido de una escisión, en fase terminal tras su enésima batalla interna. Haber celebrado dos congresos, uno de los oficialistas y otro de los críticos, es la antesala de la fractura. Queda saber quién le da sepultura.