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Biribilketa

Iñaki González

El dedo en el ojo

OS hay que han debido de darse cuenta esta semana de lo lejos que viene el problema territorial en el Estado en lo que respecta a Euskadi. Viene de cuando ni siquiera se había acuñado ese término político para un proyecto soberano propio. Viene de cuando la soberanía ni siquiera requería un Estado para ejercerse y la bilateralidad aportaba un mecanismo de mutua confianza y relación de respeto.

Porque la configuración de Estados "modernos" en la segunda mitad del siglo XIX provocó que la única forma de ser era ser Estado y la única forma que muchos entienden este es profundamente jacobina.

Pero ha sido mentar la supresión del sistema foral de los territorios vascos en 1839 y recordar que supuso una merma del ejercicio de su soberanía y, a los que se les llena la boca con la exigencia de la imperturbable esencia de España por sus "500 años de historia común", les dio la risa columpiados del dedo que señala la luna.

El proverbio chino identifica el papel de cada cual cuando describe que, cuando el sabio señala la luna, el necio permanece mirando el dedo. Eso le pasó a Urkullu el jueves a derecha e izquierda. Le sacaron punta al dedo que intentaba hacerles ver la existencia de una inmensa esfera luminosa en el cielo que, de puro grande, no pudieron eludir incluirla en el texto constitucional vigente. Unos querrían que no estuviese y por eso hablan de privilegios al referirse a los vascos; otros, que no sirva de asidero legal y democrático a las aspiraciones legítimas de mayor soberanía para poder seguir ocultando bajo la reivindicación nacional lo que no es sino el desmantelamiento del sistema para sustituirlo por el que fracasó entre hoces y martillos que acabaron cercenando cuellos y aplastando dedos en salas de interrogatorio, incapaz de mejorar la calidad de vida del pueblo. El dedo foral lo tienen metido en el ojo todos ellos.