E han sentido en la obligación de reivindicarse los ministros salientes. Oyendo a Ábalos, cualquiera diría que su gestión en Transportes ha tenido la trascendencia de la invención de las calzadas romanas. Oiga, exministro, que diligente no ha sido usted con la alta velocidad vasca. Entre el buenrollismo de las despedidas -casi troqueladas, aludiendo al honor en todas ellas- se escurre algún gesto de la marejadilla sin olas que ha supuesto la crisis de gobierno. Ahí, el más claro ha sido Iceta: no se quería ir de Administración Territorial y lo ha dicho. Pero un catalán en ese negociado tenía mala prensa en la corte.