IN intención de romper nada, discrepo de que las víctimas del terrorismo deban ser un pilar de la democracia. Bastante han soportado sobre sus hombros los agredidos por ETA, GAL, Comandos Autónomos, Batallón Vasco Español, Grapo o yihadistas como para cargarles con esa responsabilidad. Tienen derecho a sus sentimientos y a su ideología sin que sobre ellos haya que asentar nada más que sus convicciones. Lo que sí sería oportuno es que quienes ejercen de gestores de su memoria hagan pedagogía de su sufrimiento injusto. Sin grados ni siglas.