No creo que la liberación de las patentes de vacunas aliviaría de manera inmediata la pandemia, porque, excepto India y Sudáfrica, pocos países tienen capacidad e infraestructura para fabricar vacunas, aunque estuvieran libres de patente. Está claro que este mundo de los fármacos que aherroja la salud bajo intereses económicos no es nuevo ni debiéramos tratarlo de urgencia, sino con dosis de recuerdo, porque ya ha sucedido con tantos tratamientos y vacunas anteriormente que no debiéramos hacernos los sorprendidos, sino habilitar la forma para que, sin menoscabar los razonables beneficios de quien investiga y desarrolla, cuando necesitemos liberar una patente sea por un camino preparado, no una salida de emergencia de dudosa eficacia de sopetón. Dudo que apliquemos dosis de recuerdo y cuando vuelva una nueva pandemia, ¡qué volverá!, tendremos la misma urgencia.

Ahora, cuando miro hacia atrás y repaso las carencias y deficiencias que se han detectado en la considerábamos la mejor sanidad del mundo-mundial, me pregunto si hemos aprendido y nos pondremos la dosis de recuerdo. Es decir, si se invertirá más en Atención Primaria, se reducirá la interinidad, se pondrá más presupuesto para investigación y desarrollo, se evitará la fuga de científicos y sanitarios, se adecuarán más UCI, se frenarán las privatizaciones sanitarias... o si dentro de poco, cuando se hayan pasado las penurias y urgencias, se nos habrá olvidado todo y una nueva pandemia nos pillará de nuevo con los calzones bajados. No vale el mantra de que no hay dinero, porque en pleno año de pandemia mundial y caída generalizada del Producto Interior Bruto (PIB), el gasto militar en el mundo ascendió a 1,65 billones, un 2,6% más que el año anterior. En España, el incremento en gasto militar es del 10% y lo dedicado a I+D militar, 861 millones, triplica lo presupuestado en I+D sanitaria, 287 millones.

Hoy, ya libres, o casi, de restricciones, repaso los todavía preocupantes datos sanitarios y solo puedo deducir que han sido los intereses de la hostelería, hotelería y del turismo (sí, esos que generan el 15% del PIB nacional) los que han inducido, empujado y presionado para este decaimiento tempranero del estado de alarma. Poca dosis de recuerdo veo, y, probablemente, ante una nueva crisis, se volvería a repetir el panorama, porque no se ha aprovechado para reorientar y diversificar la actividad ocio-turística hacia otros campos de productividad menos dependientes. Parece que nos gusta ser el bar de Europa y poner los camareros. Sin dosis de recuerdo el olvido es seguro y la repetición de los mismos errores lo más probable. Eso sí, la cañita que esté bien fría.

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