La derecha rendida a sus pies, y no es para menos. Ayuso se apunta una victoria espectacular, arrasadora. Con un plus añadido de trascendencia dada la alta participación. Ayuso ha ganado su plebiscito a lo grande. Por más que provoque un dolor punzante desde el centro hasta la izquierda, su órdago se salda con un triunfo mayúsculo, pese a todos sus riesgos que comportaba. Aquella mujer que empezó a captar la atención mediática por sobreactuada, destalentada o simplona, que parecía un lastre para el casadismo, hoy es su revulsivo número uno.

No tardará Aznar en dar a la lideresa su urbi et orbi, como recambio si Casado vuelve a resbalarse. Un Casado al que solo le queda subirse a la ola, y tratar de emular a Ayuso con todas sus fuerzas. Al líder del PP le queda la partida de 2023, si es que no hay adelanto a 2022. O surfea hacia la Moncloa, o Ayuso le comerá la tostada. Miguel Ángel Rodríguez ha hecho de Ayuso una bandera, un referente que conecta a todo volumen con la derecha hegemónica en la Comunidad. Ayuso saca del circuito a Iglesias, se merienda a Ciudadanos, frena el crecimiento de Vox y da un golpe muy severo al Partido Socialista. Cuatro puñetazos en uno sobre la mesa.

Madrid, Puerta del Sol, plaza de Colón, es capital del contrapoder a la mayoría social del conjunto del Estado. Ya lo era antes del 4 de mayo, pero ayer quedó cristalino. Madrid es la capital de la derecha envalentonada y muy potente, por más que hablemos de unos comicios autonómicos. La proyección mediática de Ayuso y el voto de castigo que concentra sobre Pedro Sánchez conforman el primer revés serio para el sanchismo y para aquella mayoría novedosa que cristalizó en 2018 y se renovó en 2019, mucho más a la izquierda y mucho más soberanista de lo que el nacionalismo español reaccionario tolera. Ni siquiera el 52% de voto independentista en febrero en Catalunya representa a día de hoy un problema como el que le acaba de estallar en Madrid al PSOE. El Partido Socialista ha pecado de improvisación, y recibe un castigo descomunal, al que no se le pueden poner paños calientes. Esta vez al PP su deriva a la derecha le ha funcionado a las mil maravillas, preámbulo, con toda seguridad, de un nuevo intento de achicharrar el clima político global.

Madrid se cree la quintaesencia de España. Lo que no es centro es periferia, molesta, Recordemos que en mayo de 2019, cuando Ayuso empezó a fraguarse su personaje, metió a Catalunya, la CAV, Navarra y Valencia en "todo lo peor que tiene este país". Ese es el marco. En Catalunya, en febrero de este año, el PP sacó 3 escaños de 135. En la CAV el año pasado, el PP junto a Ciudadanos obtuvo 6 escaños de 75. Y en la Comunidad Foral, incrustado el PP en Navarra Suma, 20 de 50 escaños. En la legislatura anterior, el PP en solitario obtuvo 2 escaños de 50. El contraste con las proporciones en Madrid (65 de 136) es gigantesco.

Desenlaces tremendos Gabilondo se estrella, el PSOE ha fallado su capacidad de previsión, ha fallado su campaña, ha fallado su candidato. Se requería alguien que transmitiese energía e ilusión. La edad sigue siendo muy penalizada en la política más cercana, posiblemente de forma injusta. Gabilondo, 72 años, debe dar el paso a un relevo que piense desde ya en las autonómicas de 2023. El aparato de interpretación estratégica de Sánchez ha errado claramente, y tras el correctivo, y el miedo en el cuerpo, corre el riesgo de volver a equivocarse. Las cosas se ponen para más complicadas para Ferraz y Pedro Sánchez. Después del marco Madrid libertad, Ayuso va a sacar el victimismo de Madrid castigada en el reparto de fondos europeos.

El PP gobernó con más de media Catalunya en contra, hasta que reventó, por más que consiguiera dividir al independentismo. Ahora el PSOE va a gobernar con más de medio Madrid en contra y todo el poder mediático que arrastra esa derecha que a partir de hoy volverá a pisar el acelerador. Ayuso es el voto de derecha un derecha dura que ni siquiera necesita votar a Vox. Mientras, la cuenta atrás para el entierro de Ciudadanos confirma la extinción de un proyecto por incomparecencia del centro salvo a ultimísima hora, cuando el giro carecía de credibilidad.

La derecha sociológica busca ya un caballo ganador, no segmentación. Cs gobernó con Ayuso y ha desaparecido tras Ayuso. El partido naranja no era una formación de centro. Sus ex votantes así lo han demostrado en Madrid, y dieron un claro aviso en las Generales de noviembre de 2019. El batacazo de Ciudadanos es espectacular, y un triste consuelo para la izquierda. Casado sustituyó a Rivera como producto electoral, y Ayuso ha hundido de rebote a Arrimadas y a Iglesias, y directamente a Gabilondo. Casi nada.

En una noche aciaga para la izquierda, Más Madrid ha sido la nueva política. Errejón ha sacado eco de su presencia en el Congreso, aunque pareciera testimonial. Ríe el último, y ríe mejor, porque el final de Pablo Iglesias es de Netflix, brutal. Ayer podía seguir siendo vicepresidente, hoy es pasado. Su forma de obrar ha sido todo menos prototípica. Su éxito y fracaso (2014-2021) ha sido tan descomunal como acelerado.