Cada 1 de mayo los sindicatos nos acercan al momento álgido de reclamaciones obreras populares en pro de una justicia laboral que nos permita ser trabajadores/as dignos, no pobres-trabajadores pobres. No sé si sermón sindical de la montaña o pepito grillo concienciador.

La mayoría se debate en ERTE angustiosos con sabor a pre-ERE, pierde empleos para que las empresas no tengan pérdidas, sufre una pandemia como paganos, empobrecidos, contagiados y fallecidos, cierran muchos pequeños negocios y comercios de cercanía€ Son los pobres, los mansos, los que lloran, tienen hambre y están sedientos, los pacíficos, los calumniados, los perseguidos por pedir justicia. Y, mientras esto se va cerrando como soga de ahorcado, las cifras de los beneficios de las grandes compañías multinacionales durante la pandemia son tan escandalosos como ofensivos.

Sólo por citar, los beneficios de las cuatro grandes tecnológicas: Google, Apple, Facebook y Amazon, GAFA en acrónimo experto. Ya iban por las nubes, pero tras la pandemia están desorbitados. Google, en el primer trimestre de 2021, ha obtenido un beneficio de 45.700 millones dólares, el doble que en el mismo periodo de 2020; Apple, denunciada por las otras tecnológicas por abuso de posición, facturó 89.000 millones en tres meses, con un beneficio de 23.000 millones de dólares; Facebook, 9.480 millones, el doble que en el mismo tramo de 2020; Amazon, que facturó 108.000 millones, ganó 8.107 millones de dólares, el triple que el mismo trimestre del año anterior.

Cifras mareantes que podríamos aliviar con la teoría neocón del goteo de estos colosales beneficios hacia abajo. Pero la penuria laboral actual no permite pensar en destilación hacia los de abajo. Lo peor es que, si nadie les para los pies, los beneficios pueden aumentar ad infinitum, porque las reglas del mercado neoliberal más su operativa click y una fiscalidad laxa y/o burlada les permiten pagar en Europa el 5-9% sobre beneficios, cuando usted tiene impuestos superiores al 20%. Esto cuando quieren pagar aquí, porque si deciden irse a paraísos fiscales lo que pagarán se parecerá mucho a una limosna. Sumen el intento de monopolio y, lo que es peor aún, que deriven sus beneficios hacia otras áreas, Google hacia la banca digital y Amazon hacia la telemedicina. ¡Temblad, temblad pobrecitos! Porque los Estados están inermes ante monstruos multinacionales como estos cuatro, cuyos beneficios unidos el año 2020 superaron el PIB de Islandia. Y subiendo.

Me gustan poco los sermones y menos aún si su cumplimiento va a contrapelo social, dominado hoy por ultraliberales y neocones que defienden la guerra frente a la negociación, el individualismo de selva económica frente al estado del bienestar y una oposición total a un reparto más equitativo de la riqueza. Y aquí su bicha son los sindicatos, quizá el último muro social frente a la ambición sin límites. Por esto mismo los escucho y sigo en sus reivindicaciones.

Es probable que aquel sermón de la montaña compendie lo que mejor pueda esperarse del ser humano, pero como en el caso del sermón sindical, no estoy muy segura de que un número suficiente de humanos lo crean así.

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