ONDABA el globo sonda de la reducción de jornadas laborales a cuatro por semana. Sí, sí, rondaba tanto que hasta el ministro Escrivá ha tenido que desmentirlo. Algunos habían buscado Nueva Zelanda en el mapa para saber de qué estábamos hablando pues allí son varias las empresas que la han implantado con resultados prometedores. El jarro de agua fría del ministro tiene poca apelación: el problema en la economía española es que no está a la altura en materia de competitividad ni de productividad. Vamos, que no es lo mismo ir al curro que producir.