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Y aún falta Halloween

NADA menos que 600.000 turistas, la inmensa mayoría británicos, se han quedado tirados, literalmente, en todo el mundo. El gigante turoperador británico Thomas Cook se declaró con nocturnidad y alevosía en bancarrota y todas sus reservas, incluyendo los vuelos y las vacaciones, quedaron automáticamente anuladas. Queda poco más de un mes para que el 31 de octubre el Reino Unido deje de pertenecer a la Unión Europea. Con acuerdo o sin acuerdo, o sea, por lo civil o por lo criminal, como le gusta decir a ese imitador populista llamado Boris Johnson. Aún no ha llegado la noche de Halloween que promete ser la más terrorífica para los británicos -y también para los europeos- y los efectos ya se empiezan a notar. La quiebra de Thomas Cook no es solo consecuencia de los nuevos tiempos y la pujanza de Internet, sino también del martillo del Brexit, que está golpeando ya aunque sea de forma suave. Y esta vez no hemos visto a Boris Johnson en un aeropuerto preocupándose por los turistas allí tirados. Le encanta ir de hospital en hospital prometiendo algo que sabe que no va a cumplir, pero no tiene suficientes agallas para explicar a esos turistas que lo del Brexit es una maravillosa oportunidad. Claro que también es un aviso para gobernantes como Pedro Sánchez, quien dice una y otra vez estar preparado para las consecuencias del Brexit. Que se lo explique a los hosteleros de Baleares, Canarias o la Costa del Sol, por ejemplo.