SEGURAMENTE no inclinarán los índices ni supondrán un rebrote significativo, pero los hechos brutales que se han acumulado durante el fin de semana producen una desazon. Un asesinato en Elgoibar, una agresión brutal a una anciana en Gasteiz o un apaleamiento por parte de cinco adolescentes a un hombre en Bilbao tienen el denominador común de la violencia descontrolada como mecanismo de obtener satisfacción. Arrebatar una vida o un bien no precisa siquiera de alevosía; basta la brutal naturalidad de no darle importancia. Sin conciencia no hay ética.